Encarcelado en una hermosa y antigua casa (la mansión de sus sueños bohemios) el protagonista se debate entre la locura, la violencia, un deseo compulsivo por el suicidio, y el humor cínico que lo lleva por dos andariveles contradictorios: de un lado va la autocrítica impiadosa y por momentos humorística, hasta casi rozar lo tragicómico; por el otro, la autocompasión que justifica cada error cometido, con sus hijos, con sus ex mujeres y amigos… Un pasado repleto de conflictos lo lleva a cambiar de vida y se muda de Buenos Aires a Montevideo, tras una propuesta de trabajo dudosa, que al no concretarse lo pone en apremios imposibles de sortear. La historia se desarrolla en dos tiempos diferentes: el presente donde su hija le pide escribir una novela en sociedad, y con todos los miedos, conflictos e inseguridades del escritor frustrado encara la tarea de guiar, de algún modo, en los primeros pasos hacia el afán literario de esa muchacha tan parecida a él. Entre capítulos vuelve irremediablemente a ese pasado donde la mansión soñada era su cárcel, un ataúd gigantesco en el que decide evadirse de la realidad, primero con el intento de suicidio, luego adoptando la decisión de dejar de comer, de bañarse, y entra en estado de trance para volar de allí “transformado en otra cosa” “Del otro lado del río” es una mirada irónica hacia la estupidez humana, una burla que hace de la nostalgia algo patético y risible, es un blues cantado por un cuarentón borracho al que le van pesando los años pero no se decide a renunciar “al muchacho rockero de pelo largo” Es un corte de manga hacia los dogmas religiosos, una gambeta a la hipocresía…
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Encarcelado en una hermosa y antigua casa (la mansión de sus sueños bohemios) el protagonista se debate entre la locura, la violencia, un deseo compulsivo por el suicidio, y el humor cínico que lo lleva por dos andariveles contradictorios: de un lado va la autocrítica impiadosa y por momentos humorística, hasta casi rozar lo tragicómico; por el otro, la autocompasión que justifica cada error cometido, con sus hijos, con sus ex mujeres y amigos…
Un pasado repleto de conflictos lo lleva a cambiar de vida y se muda de Buenos Aires a Montevideo, tras una propuesta de trabajo dudosa, que al no concretarse lo pone en apremios imposibles de sortear.
La historia se desarrolla en dos tiempos diferentes: el presente donde su hija le pide escribir una novela en sociedad, y con todos los miedos, conflictos e inseguridades del escritor frustrado encara la tarea de guiar, de algún modo, en los primeros pasos hacia el afán literario de esa muchacha tan parecida a él.
Entre capítulos vuelve irremediablemente a ese pasado donde la mansión soñada era su cárcel, un ataúd gigantesco en el que decide evadirse de la realidad, primero con el intento de suicidio, luego adoptando la decisión de dejar de comer, de bañarse, y entra en estado de trance para volar de allí “transformado en otra cosa”
“Del otro lado del río” es una mirada irónica hacia la estupidez humana, una burla que hace de la nostalgia algo patético y risible, es un blues cantado por un cuarentón borracho al que le van pesando los años pero no se decide a renunciar “al muchacho rockero de pelo largo”
Es un corte de manga hacia los dogmas religiosos, una gambeta a la hipocresía…
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